Estas fotos se expresan por si mismas. Donde y como sucedieron no es importante; siendo sinceros, no lo recuerdo bien. Solo puedo decir que, en estos viajes, a veces uno queda con la boca abierta, perplejo delante de un animalito o de una puesta de sol que quisiera llevarse a casa. La vaquita no se inmuto cuando le acaricié la nariz. Creo que todas aprobaban, incluido el pastor.